Enfermedades diplomáticas
A la lista de enfermedades raras que afectan a pocos pacientes, sobre las que se ha investigado escasamente y contra las que no existe remedio hay que añadir la enfermedad diplomática, que sólo afecta a los máximos dirigentes de los países.Enfermedad que debe de provocarla el tema del que se trate o alguna persona de las que acuden a la reunión. Así, para que un Jefe de Estado, Presidente de Gobierno o Canciller eluda un compromiso tiene que haber una buena razón, una enfermedad inoportuna o una "enfermedad diplomática" convincente que le impida acudir a una de esas reuniones importantes que se pueden aplazar sin que suceda catástrofe alguna. El cansancio, como le sucedió a Zapatero después de catorce horas de comparecencia en la comisión del 11 de marzo, no es suficiente excusa, al menos para Rajoy. Y es que los virus no entienden de categorías sociales. Si Schröeder y Berlusconi tuviesen en su país a un Rajoy en la oposición se hubiesen encontrado con su incomprensión y su crítica, les hubiese dicho que él y otros ministros sufrieron de gripe en su momento y no dejaron por eso de responder a sus compromisos. Todos deberían aprender del Papa, que pese a su edad provecta y su débil salud, pero seguramente fortalecido por inspiración divina, difícilmente renuncia a sus obligaciones, a sus apariciones y a sus viajes, muchas veces es de suponer que en contra de la voluntad de sus médicos y ofreciendo una imagen angustiosa. En el Vaticano, Rajoy no podría presumir de sacrificado.
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