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lasiestadelcarnero

TENEMOS SANTO

Que la fe mueve montañas lo hemos comprobado recientemente en forma de millones de personas que han acudido a Roma tras la muerte del Papa. Que la sugestión obra milagros ya hemos empezado a oirlo. Si son necesarios tres milagros para ser nombrado santo, al último Papa le sobrarán unos cuantos. Su santidad parece ya incuestionable y es a petición popular. Plazos y procedimientos pueden acelerarse para dar satisfacción a los fervorosos creyentes y el nuevo Papa comenzará su ministerio presionado por esta circunstancia. Poco margen de maniobra tendrá esa figura del abogado del diablo, si aún existe, el investigador que debe asegurarse de la veracidad de los fenómenos atribuidos al candidato a la santidad. Poco santo es, de todas maneras, que se proteja a un obispo americano acusado de pederasta, un pecado que la Iglesia Católica condena de puertas para afuera, porque es un problema que afecta a algunos de sus miembros.

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