Armas de destrucción masiva

Bush reconoce ahora que no había armas de destrucción masiva en Irak, principal argumento del que se valió para atacar al país, y se queda tan fresco. Sobre esa mentira han muerto miles de personas y continúan muriendo cada día, muchas de ellas inocentes, pero no pasa nada, los responsables y quienes les apoyaron, a saber con qué ocultos intereses, ni se inmutan y aún son tratados como héroes en sus apariciones públicas por parte de grupos de desaprensivos. Bush sigue firme en su posición de mentira y, además de no arrepentirse, afirma que el mundo es ahora más seguro, cuando de sobras sabemos todos que es mucho más inseguro que antes. Armas de destrucción masiva son las que él maneja a su antojo. Este hombre y quienes le rodean representan un peligro para el mundo y el argumento de que ocupa su puesto con todo el derecho al haber sido elegido democráticamente por los ciudadanos de su país no es suficiente para respetarlo, pues ya conocemos casos de líderes políticos que, elegidos por el pueblo, han causado sufrimientos imperdonables en la humanidad.